28 octubre 2008

LIVIANA MAÑANA, SOL.

Después de haberse vestido sin ganas, pensando simplemente en espaldas descubiertas listas para ser pintadas, llena un bolso de cosas innecesarias, una naranja para comer en el camino, y el manojo de llaves que se encontraba en medio de una reunión de cajas, papeles y fotos. Rodea la casa y cruza la tranquera, para hacerse compañera de la calle empedrada. El sol le entibia los hombros y el viento apenas se siente. Se agacha un instante para arrancar un diente de león bien espumoso de la zanja seca, lo sopla deseando felicidad, y sigue andando. La línea sur es la que trazan sus pies, aunque ella no lo note. Solo camina. Se deja llevar por la mañana verde, y es. Perdura y siente, prestando una mínima atención a los pájaros de época, que silbando sin vergüenza adornan el aire.

1 comentario:

Rúdi dijo...

Hola. Me detuve en esta, es una escena plena de atmósfera onírica y matinal; trazada con sutileza...

Saludos (de Rodrigo)