17 agosto 2007

PUENTE


Cruzabas el mismo puente doce veces al día. Las he contado. Lo cruzabas con el sol del norte o del oeste. Lo cruzabas con o sin paraguas, aunque preferías no llevarlo y así experimentar las delgadas pero pesadas gotas de lluvia acariciando tu piel. Lo cruzabas lentamente, girando la cabeza primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda. Lo cruzabas después de haberte asegurado de que no había nadie más sobre él, ya que el perfume de los demás te distraía y robaba el aroma del río casi seco que corría sin descanso. Lo cruzabas para ir a la plaza o el teatro, pero lo cruzabas, y se notaba que lo disfrutabas, así como uno disfruta el sonido del viento al despeinar aquellos altos árboles. Solías cruzarlo descalza, deteniéndote antes de empezar la travesía para desnudarte los pies y apreciar el frío adoquín sobre tus tobillos. Lo cruzabas reluciente de alegría o perdida en la tristeza, pero siempre segura de vos misma. Lo cruzabas haciendo una pausa en ciertos punto para recoger alguna piedra, hoja, pelusa o flor que encontrases allí. Lo cruzabas con una elegancia marchita y especial. Lo cruzabas también esquivando charcos, o a veces saltando sobre ellos con real placer. Lo cruzabas perdiéndote en la bruma de las mañanas y brillando bajo el resplandor de la noche. Lo cruzabas tarareando siempre la misma melodía inventada. Y lo cruzabas olvidándote que lo estabas cruzando.
Hace semanas que no te veo más, pienso que habrás encontrado un nuevo puente, o que simplemente te has cansado; pero gastaría la mejor de las estrellas en verte cruzar el mismo puente que yo conozco, una vez más; solo que esta vez sabiendo que estoy a tu lado y que bajo mis brazos camina aquella figura que siempre observé de tan cerca, pero a la vez, de tan lejos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gustó, escribís lindo.
te quiero demasiado , amo tus fotos, me gusta que tengamos casi siempre los mismos gustos. sabé que siempre estoy eee


y wiiii
primera en haber entrado en tu blog. jaaj