31 marzo 2008

RELOJES

Un fama tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reír, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse.
El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas. Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.
J.Cortázar


((Nada como comerse un alcausil bien condimentado a las 0.45 hs. y amontonar las horas en un platito verde.

1 comentario:

Guilledios dijo...

Hace mucho que no como alcauciles... debe ser porque hay que hervirlos, no importa, en algún momento me voy a comprar una olla para hervir... hasta en ton ces, te digo que tenes que venir a buscar la película y pagarme lo que me debes...