05 octubre 2007

RULOS AL VIENTO, PIES EN EL BARRO


Sintiendo las amontonadas gotas de agua tras el vidrio y con los ojos siguiendo las líneas del libro que tiene entre manos, se deja llevar, a través de la ciudad, alejándose de ella, en un colectivo atiborrado de gente cubriéndose de la lluvia y trasladándose valla a saber uno a dónde. Se aprecian malos gestos, gruñidos, pero ella no es parte de ese teatro, por el momento sólo se encuentra cubierta de nuevos lugares, nuevas palabras, y un dolor en la espalda que descubrirá más tarde.
Una loma de burro la distrae. Muchos hacen fuerza con los puños o con las piernas, intentando no deslomarse en el suelo tras la abrupta sacudida. Una anciana tapada de bolsas es la única en no lograrlo, y cae sobre la superficie mojada provocando un ruido seco y llamativo. Como parte de una reacción conocida, unos dos hombres la ayudan a ponerse en pie mientras que un tercero, intenta recoger las bolsas desparramadas entre la multitud. Listo. Todo sigue. Nada pasó.
Ella vuelve con su libro. Vuelve a perderse. A pocos minutos, enfoca la vista en el más allá y una estación de servicio en ruinas le avisa que su parada se aproxima. Compone su figura, pide permiso a la mujer de al lado y se encamina hacia la puerta, zigzagueando en ese laberinto de húmedas pieles y humores desganados. Su pulgar presiona el timbre que, con un chillido prolongado, avisa al chofer que quiere deshacerse de esa pantomima.
Nadie la acompaña, el único par de pies acariciando el asfalto son los suyos. Son tres las cuadras que tiene por delante en ese aspecto. Después, llega lo mejor. El momento de doblar a la derecha, el de agacharse, sacarse las sandalias y dar los primeros pasos por aquel mar de barro gomoso que la hace balancearse sin dominio. Una sonrisa invade su rostro. Con lentitud, pero con placer, atraviesa esa cuadra y media solitaria, dejando que la tosca se escurra entre sus dedos, produciéndole una sensación que probablemente sólo ella entienda. Qué más da? Con quién compartirlo? Ese espacio le pertenece, le habla, y la hace avanzar como queriendo no hacerlo, como suspirando a cada paso que su destino se acerca. Amagó con perder el equilibrio un par de veces, pero solo fueron puras intuiciones. Llega. Su casa. Tres días sin verla. El jazmín de la puerta la hace mantener la sonrisa esa que nadie ve, pero que se siente. Perfuma la tarde gris. Antes de entrar, enjuaga sus pies en una regadera repleta de agua que en seguida se torna marrón. No espera a que se sequen. Entra. Encuentra a su madre sacando unas galletitas de queso del horno, roba una, y sube a su cuarto, dejando caer la mochila, el buzo y la carpeta en el acolchado rayado. Aprecia con la mirada esas cuatro paredes rojas, llenas de momentos creativos y baja por las escaleras que momentos atrás subió dejando libre un escalón de por medio.
Intercambia palabras. Cuenta sin muchos detalles sobre su semana, y se siente en casa nuevamente, olvidando esos destinos inciertos que le intrigaban durante el viaje, y suspirando una vez más, acordándose que es viernes y que ya todo queda olvidado por unos días.

3 comentarios:

juaN dijo...

Pero resulta que los viajes cotidianos no me prestan atención como para poder hablarles. Hay veces que es una memorable tarea la de interactuar con el cohercitivo hoy, eso hacemos casi siempre, muchas veces sin éxito.
Hoy vos creo que triunfaste en la tarea de internalizar tus horas.
Hoy creo que sos pura polenta con tuco y vida agasapada.
Salgan al sol, revienten!!!!

Colectivos que colectivizan un alma sensible, la tuya

Anónimo dijo...

michiiiiiii ballietiiiiiii =)
la verdad que nuuuunca en mi vida fui a un teatro, pero te acompaño en diciembre si tengo la suerte de ir (tengo el pasaje pero capaz no puedo salir por la visa).
recién te ví en msn pero me estaban hablando hace una hora por telefono y me puso de mal humor porque quería cortar y me decían ''sisi pero pará que te cuento que...''
así me tuvieron media hora.!
bajóón, pero buenoo..
ahí te mando un mail antes de irme a ver une peli

beso grandee!

Anónimo dijo...

sostendemos este escenario de conversacion con tendencia perpetua hasta que nos agrupemos en un mismo abrazo impacto.
Los viajes, las miserias, la cerveza y los libros son servíles a nuestra causa que es inminente e incipiente