16 noviembre 2007

HISTORIA DE MIS ACELGAS.

Más de uno me ha preguntado el por qué de mi mezcla, de la verdura verde con el ave (no verde). Se podría decir que hay una explicación, pero resulta ser demasiado vaga y estúpida. Y es ese el motivo por el cual, simplemente exclamo: “no hay razón”. Además, uno se cansa con facilidad de repetir las cosas, y más, cuando se sabe que tu respuesta o comentario, no va a repercutir demasiado en el interesado. Pero dentro de ese mejunje de personas preguntonas, hubo una que no se conformó con mi desinterés por responder, y me pidió entonces que invente una historia o una explicación más ostentosa. Helo aquí.
Voy a empezar por intentar transmitir lo que mi chiflada entelequia decide crear cuando se piensa en dicho término.
Sencillo. Un buñuelito de acelga (como aquellos que prepara mi madre, y que nunca degusté), con la cabeza de una paloma chiquita (pero no de esas que se ven en Plaza de Mayo, si no, de esas que nos enseñaron a hacer con arcilla en el colegio, los músicos provenientes del Perú que nos visitaban anualmente, y que luego colgaríamos sobre nuestro cuellos infantiles). Las patas las pinto como dos alambrecitos de alpaca, graciosamente chuecos.
Acabo de darme cuenta que mi paloma no tiene alas. Será mía siempre, no volará. Claro está, que puede salirse con la suya, puede salir andando, pero probablemente no tenga mucho éxito (como aquella tortuga mía que se hizo la viva, se escapó, y se terminó ahorcando con una red), y más con esas patas flácidas que le inventé.
Todo surgió en un viaje en colectivo, arriba del dichoso 152 que tomo todos los miércoles para ir y para volver del casco histórico de San Telmo. Estaba volviendo y llovía. Ya se que yo estaba dentro del colectivo, pero igual el agua me había agarrado y me encontraba bien mojada (y temblaba). El núcleo del invierno nos envolvía completamente en aquellos meses de junio y julio. Calzada circular, La Rural, El botánico con sus infinitos gatos, feria de libros usados cerrada (por la lluvia, claro). Alguien toca el timbre, pide bajarse y, cumpliendo con su deber, el colectivero frena el vehículo, abre las puertas traseras y en consecuencia, el pasajero se deshace de la humedad interna del atiborrado transporte. Mientras tanto, mis ojos se pasean por las veredas inundadas. En eso, diviso una pobre paloma, estática, congelada, escondida entre las figuras arquitectónicas de la cuadra, deseando (me metí en la mente del pobre bicho) que fuese verano, y que alguien le diese un poco de pan o de alpiste (perdiste). Ese mismo mediodía, yo había almorzado unos riquísimos buñuelos de arroz que mi abuela me había preparado con mucho cariño y dedicación, y no me pregunten por qué, se me cruzaron por la mente en ese instante tan dichoso. Pero los transformé. De amarillos amarronados, pasaron a ser de un color verde viscoso, y como las horas de sueño habían sido pocas (excusa barata), se me mezclaron las imágenes. Y pobre de la paloma, le tocó la peor parte. No debe ser agradable que te confundan con una pasta a base de acelga, huevos y leche. Imagínense, si no, su cuerpo total e irregularmente redondo, mientras que sus extremidades (tales como brazos y piernas) se transforman en alambres fácilmente flexibles, tediosos e inapetentes. Supongo que saldrán corriendo, gritando, y con las manos bien abiertas, abanicando el inocente aire, como lo haría yo, mientras me pierdo en esta ciudad que te configura la imaginación que nos fue concebida, a su manera.

2 comentarios:

Guilledios dijo...

Ninia, no todo lo que es oro brilla y no todo lo que se dice se quiere escuchar. Con eso no quiero decir que a la gente no le interese tu historia, eso es lo bueno, a lo mejor los entendimientos sean un poco mas irregulares en estos ambitos y la posibilidad de esa falsa comunicación se reduzca en el presnete a la comprensión básica de los conceptos mínimos.
Las historias, sean mínimas o máximas, no expresan en realidad nada más que lo que el mismo autor dice, pero en el lector sólo refleja sus propios delirios inconscientes y subjetivos (se que puedo ser un poco reiterativo en este punto, pero es por que tiene una importancia intrínseca realmente)
Igualmente las palomas vuelan y transmiten enfermedades, y la acelga es rica cuando esta condimentada con aceite, limón y sal. Pero no se si me comeria una paloma de aceelga, ajajajaa aunque eso suene terriblemente MAL. El caso es que en tu imaginacion clandestina las palomas se multiplican y lo van a seguir haciendo y vas a plantar plantas de acelga, tal vez no verdes y si violetas o a lo mejor...incoloras e invisibles. Pero de lo que no te podes olvidar es de esas cosas que te dejaron grabadas como el 152 y la lluvia de invierno, y como la calzada circular que tiene nombre de cuento de Borges o Cortazár.
En fin, la limaste y lo sabes, no convidaste y esta bien, lo vas a volver a vivir y sabrás de que estabas y de que estoy hablando y l final no vas a poder dar la vuelta para cambiarte, pero vas a llegar a lo que queres aunque caigan cabezas y corazones por ello.

nació dijo...

mejor no te leas